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miércoles, 8 de diciembre de 2010
Serie de Frases Celebres
martes, 7 de diciembre de 2010
Estructuras libres de hielo
Este logro, fruto de los esfuerzos de un equipo de investigación de la Universidad de Harvard, podría conducir a una nueva forma de mantener las alas de aviones, los tejados de edificios, las líneas eléctricas, e incluso carreteras enteras, libres de hielo bajo un clima invernal. Por otra parte, la integración en un material de esta tecnología para impedir la formación de hielo es más eficiente y sostenible que las soluciones convencionales como rociar las superficies con productos especiales, verterles sal, o calentarlas.
El citado equipo, dirigido por Joanna Aizenberg, profesora de Ciencia de los Materiales, se centró en la prevención en vez de en la lucha contra la acumulación de hielo.
El equipo, en el que Lidiya Mishchenko ha realizado una labor destacada, adoptó un enfoque completamente diferente al tradicional y diseñó materiales que de modo inherente impiden la formación de hielo al repeler las gotas de agua.
A raíz de estudios anteriores, Aizenberg y sus colegas se dieron cuenta de que la formación del hielo no es un fenómeno estático. El enfoque fundamental fue investigar todo el proceso, en su carácter dinámico, de cómo las gotas se congelan en una superficie fría.
Para obtener la inspiración inicial, el equipo se valió de algunas soluciones de la naturaleza. Por ejemplo, los mosquitos pueden desempañar sus ojos, y ciertos insectos capaces de caminar sobre el agua pueden mantener secas sus patas gracias a una serie de pelos diminutos que repelen las gotas, reduciendo el área de superficie donde éstas pueden pegarse.
Los materiales nanoestructurados desarrollados por Aizenberg y sus colegas evitan la formación de hielo, incluso a temperaturas tan bajas como 25 ó 30 grados centígrados bajo cero. Por debajo de esta temperatura, debido al área de contacto reducida que impide que las gotas mojen completamente la superficie, el hielo que se forma no se adhiere bien y es mucho más fácil de retirar que las láminas de hielo pegadas con firmeza que se pueden formar en las superficies planas.
En comparación con los métodos tradicionales para impedir la formación de hielo o para eliminarlo una vez que ya se ha formado, como por ejemplo verter sal o aplicar calor, la vía de recurrir a los materiales nanoestructurados es eficiente, sin toxicidad y respetuosa para el medio ambiente. Cuando se recurre a productos químicos para eliminar el hielo de, por ejemplo, un avión, esas sustancias pueden acabar pasando al medio ambiente, y se debe vigilar cuidadosamente su eliminación. Por su parte, la sal arrojada a las carreteras puede deteriorarlas y contribuir a crear ciertos problemas para el entorno.
El citado equipo, dirigido por Joanna Aizenberg, profesora de Ciencia de los Materiales, se centró en la prevención en vez de en la lucha contra la acumulación de hielo.
El equipo, en el que Lidiya Mishchenko ha realizado una labor destacada, adoptó un enfoque completamente diferente al tradicional y diseñó materiales que de modo inherente impiden la formación de hielo al repeler las gotas de agua.
A raíz de estudios anteriores, Aizenberg y sus colegas se dieron cuenta de que la formación del hielo no es un fenómeno estático. El enfoque fundamental fue investigar todo el proceso, en su carácter dinámico, de cómo las gotas se congelan en una superficie fría.
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Secuencia de la eliminación de hielo en una superficie. (Foto: Joanna Aizenberg) |
Los materiales nanoestructurados desarrollados por Aizenberg y sus colegas evitan la formación de hielo, incluso a temperaturas tan bajas como 25 ó 30 grados centígrados bajo cero. Por debajo de esta temperatura, debido al área de contacto reducida que impide que las gotas mojen completamente la superficie, el hielo que se forma no se adhiere bien y es mucho más fácil de retirar que las láminas de hielo pegadas con firmeza que se pueden formar en las superficies planas.
En comparación con los métodos tradicionales para impedir la formación de hielo o para eliminarlo una vez que ya se ha formado, como por ejemplo verter sal o aplicar calor, la vía de recurrir a los materiales nanoestructurados es eficiente, sin toxicidad y respetuosa para el medio ambiente. Cuando se recurre a productos químicos para eliminar el hielo de, por ejemplo, un avión, esas sustancias pueden acabar pasando al medio ambiente, y se debe vigilar cuidadosamente su eliminación. Por su parte, la sal arrojada a las carreteras puede deteriorarlas y contribuir a crear ciertos problemas para el entorno.
lunes, 6 de diciembre de 2010
Serie de Frases Celebres
domingo, 5 de diciembre de 2010
Serie de Frases Celebres
Quiero, empezar con una serie de frases celebres, o sea, voy a empezar a poner todos los dias una frase de alguien famoso... y cuya frase tuvo en su contexto historico una relevancia importante. Empezamos con la primera.
Ni el pasado ha muerto ni está el mañana, ni el ayer escrito. | |
Antonio Machado | |
Pasado |
Para los murciélagos, cualquier superficie horizontal lisa es agua
Consecuentemente, eso significa que los murciélagos confían más en su oído que en cualquier otro de sus sentidos.
Esa llamativa manera de considerar a tales superficies se debe a cómo las superficies lisas reflejan los chillidos de ecolocalización emitidos por los murciélagos: Esas superficies actúan con el sonido como los espejos lo hacen con la luz.
En la naturaleza, no hay otras superficies lisas extensas, así que estas características propias de un espejo resultan ser adecuadas para que los murciélagos reconozcan la superficie del agua.
Un equipo de científicos del Instituto Max Planck para la Ornitología en Seewiesen, investigó este fenómeno en 15 especies diferentes de tres familias de murciélagos y descubrió que los individuos observados de todas ellas trataban de beber de placas lisas. Los investigadores han constatado además que este reconocimiento acústico del agua es innato.
Los murciélagos necesitan beber agua, y debido a ello les resulta útil reconocerla de esa manera. Pero además muchas especies también usan ríos, lagos o estanques para buscar comida, ya que los insectos acuáticos son blandos y de fácil digestión. Además, la presa resulta fácilmente detectable con ecolocalización, ya que la superficie del agua actúa como un espejo, reflejando las llamadas casi por completo. Cualquier perturbación de esta pauta monótona resulta una señal delatadora muy fácil de discernir.
En sus experimentos, Stefan Greif y Bjorn Siemers, del mencionado instituto, acondicionaron una amplia sala para que los murciélagos bajo observación pudieran volar y se enfrentasen a falsas superficies de agua, simuladas por los científicos.
Estos colocaron en la sala una placa lisa y otra que no lo era, de cada una de tres clases de materiales: metal, madera y plástico. Bajo una débil iluminación roja, los investigadores observaron si los murciélagos caían en el engaño y trataban de beber de la placa lisa. El primero cayó, y de un modo tal que dejó asombrados a los investigadores: El murciélago trató de beber de la placa lisa hasta cien veces en diez minutos. Tres especies distintas mostraron los mismos resultados con los tres materiales. Sólo con las placas de madera algunos murciélagos trataron de beber un poco menos. Para comprobar cuán extendido está este comportamiento, los científicos sometieron al experimento a individuos de 11 especies adicionales, obteniendo en líneas generales el mismo resultado.
A los investigadores les sorprendió que los animales no asimilasen que esos espejos acústicos artificiales no eran superficies de agua. Una y otra vez, observaron a los murciélagos posarse sobre la placa lisa, alzar el vuelo nuevamente y después de dar unas vueltas, volver a intentar beber de la placa.
La asociación de una superficie lisa horizontal con el agua parece estar profundamente enraizada en el cerebro de los murciélagos.
Esa llamativa manera de considerar a tales superficies se debe a cómo las superficies lisas reflejan los chillidos de ecolocalización emitidos por los murciélagos: Esas superficies actúan con el sonido como los espejos lo hacen con la luz.
En la naturaleza, no hay otras superficies lisas extensas, así que estas características propias de un espejo resultan ser adecuadas para que los murciélagos reconozcan la superficie del agua.
Un equipo de científicos del Instituto Max Planck para la Ornitología en Seewiesen, investigó este fenómeno en 15 especies diferentes de tres familias de murciélagos y descubrió que los individuos observados de todas ellas trataban de beber de placas lisas. Los investigadores han constatado además que este reconocimiento acústico del agua es innato.
Los murciélagos necesitan beber agua, y debido a ello les resulta útil reconocerla de esa manera. Pero además muchas especies también usan ríos, lagos o estanques para buscar comida, ya que los insectos acuáticos son blandos y de fácil digestión. Además, la presa resulta fácilmente detectable con ecolocalización, ya que la superficie del agua actúa como un espejo, reflejando las llamadas casi por completo. Cualquier perturbación de esta pauta monótona resulta una señal delatadora muy fácil de discernir.
En sus experimentos, Stefan Greif y Bjorn Siemers, del mencionado instituto, acondicionaron una amplia sala para que los murciélagos bajo observación pudieran volar y se enfrentasen a falsas superficies de agua, simuladas por los científicos.
Estos colocaron en la sala una placa lisa y otra que no lo era, de cada una de tres clases de materiales: metal, madera y plástico. Bajo una débil iluminación roja, los investigadores observaron si los murciélagos caían en el engaño y trataban de beber de la placa lisa. El primero cayó, y de un modo tal que dejó asombrados a los investigadores: El murciélago trató de beber de la placa lisa hasta cien veces en diez minutos. Tres especies distintas mostraron los mismos resultados con los tres materiales. Sólo con las placas de madera algunos murciélagos trataron de beber un poco menos. Para comprobar cuán extendido está este comportamiento, los científicos sometieron al experimento a individuos de 11 especies adicionales, obteniendo en líneas generales el mismo resultado.
A los investigadores les sorprendió que los animales no asimilasen que esos espejos acústicos artificiales no eran superficies de agua. Una y otra vez, observaron a los murciélagos posarse sobre la placa lisa, alzar el vuelo nuevamente y después de dar unas vueltas, volver a intentar beber de la placa.
La asociación de una superficie lisa horizontal con el agua parece estar profundamente enraizada en el cerebro de los murciélagos.
El control oculto que ejercemos cuando dominamos bien una habilidad
Gordon Logan y Matthew Crump, psicólogos de la Universidad Vanderbilt, realizaron pruebas en 72 jóvenes de unos 20 años de edad que tenían cerca de 12 años de experiencia en la mecanografía y tecleaban a velocidades comparables a la de mecanógrafos profesionales. En tres experimentos, estos mecanógrafos jóvenes y hábiles tecleaban palabras aisladas, mostradas de una en una en la pantalla de un ordenador, y lo que tecleaban aparecía bajo la palabra a ser copiada.
Los investigadores entonces introdujeron errores secretamente para ver si los mecanógrafos eran capaces de detectarlos. En algunos casos, los investigadores hacían lo contrario; corregían secretamente los errores hechos por los mecanógrafos. En ambos casos, las reacciones de los mecanógrafos eran evaluadas midiendo la velocidad con que eran tecleadas las palabras.
Logan y Crump descubrieron que los dedos de los mecanógrafos no perdían velocidad después de que era insertado secretamente un falso error, pese a que los mecanógrafos, al descubrir la errata, pensaban que la habían cometido ellos. Pero cuando los mecanógrafos cometían errores, sus dedos sí perdían velocidad, tanto si los investigadores corregían esos errores secretamente como si no lo hacían.
La falsa impresión sobre la autoría de los errores fue lo más sorprendente. Las personas pensaban que tecleaban correctamente si en la pantalla aparecía correctamente la palabra tecleada, y creían que lo hacían incorrectamente si veían erratas. Sin embargo, sus dedos "conocían" la verdad.
Este "conocimiento de la verdad" demuestra que las tareas para las que una persona es hábil, hasta el punto de que las realiza sin pensar, están, aunque no lo parezca, muy controladas por esa persona.
Hay por tanto dos procesos de detección de errores: Uno plenamente consciente que, en el caso de estos experimentos, se basa en los errores tipográficos que la persona ve en la pantalla. Y otro más sutil, del que la persona no es del todo consciente, que es el que hace disminuir la velocidad de los dedos al teclear justo después de que la persona haya cometido un error verdadero.
Según los investigadores del proyecto, estos movimientos de los dedos muestran que las personas controlan de manera relativamente consciente las acciones en las que son muy hábiles, aunque no piensen en ellas.
Los investigadores entonces introdujeron errores secretamente para ver si los mecanógrafos eran capaces de detectarlos. En algunos casos, los investigadores hacían lo contrario; corregían secretamente los errores hechos por los mecanógrafos. En ambos casos, las reacciones de los mecanógrafos eran evaluadas midiendo la velocidad con que eran tecleadas las palabras.
Logan y Crump descubrieron que los dedos de los mecanógrafos no perdían velocidad después de que era insertado secretamente un falso error, pese a que los mecanógrafos, al descubrir la errata, pensaban que la habían cometido ellos. Pero cuando los mecanógrafos cometían errores, sus dedos sí perdían velocidad, tanto si los investigadores corregían esos errores secretamente como si no lo hacían.
La falsa impresión sobre la autoría de los errores fue lo más sorprendente. Las personas pensaban que tecleaban correctamente si en la pantalla aparecía correctamente la palabra tecleada, y creían que lo hacían incorrectamente si veían erratas. Sin embargo, sus dedos "conocían" la verdad.
Este "conocimiento de la verdad" demuestra que las tareas para las que una persona es hábil, hasta el punto de que las realiza sin pensar, están, aunque no lo parezca, muy controladas por esa persona.
Hay por tanto dos procesos de detección de errores: Uno plenamente consciente que, en el caso de estos experimentos, se basa en los errores tipográficos que la persona ve en la pantalla. Y otro más sutil, del que la persona no es del todo consciente, que es el que hace disminuir la velocidad de los dedos al teclear justo después de que la persona haya cometido un error verdadero.
Según los investigadores del proyecto, estos movimientos de los dedos muestran que las personas controlan de manera relativamente consciente las acciones en las que son muy hábiles, aunque no piensen en ellas.
Fabricar la primera hacha exigió un salto en la capacidad de pensamiento complejo del ser humano
El equipo del neurocientífico Aldo Faisal, de los departamentos de Bioingeniería y Computación del Imperial College de Londres, usó modelos por ordenador y diminutos sensores adheridos en guantes para evaluar las complejas habilidades manuales que necesitaron los humanos primitivos para fabricar los dos tipos de herramientas durante el período Paleolítico Inferior, el cual comenzó hace alrededor de 2,5 millones de años. Para el experimento contaron con la colaboración de un artesano, quien fabricó las dos clases de herramientas: piedras en las cuales lo único que hizo fue afilar sus bordes, y hachas propiamente dichas.
La comparación de las respectivas técnicas de fabricación usadas para construir ambas clases de herramientas de la Edad de Piedra ha proporcionado evidencias de cómo se desarrollaron el cerebro y el comportamiento humanos durante el Paleolítico Inferior.
El avance desde herramientas de piedra rústicas hasta elegantes hachas de piedra con mango fue un salto tecnológico tremendo para nuestros lejanos ancestros humanos. Las hachas con mango eran mucho mejores que las simples piedras afiladas en actividades cruciales como la defensa y la caza y también en labores cotidianas de menor importancia.
Antes del estudio actual, los científicos tenían teorías diferentes sobre por qué los humanos primitivos tardaron más de dos millones de años en crear las hachas de piedra. Algunos han sugerido que esos humanos arcaicos quizá tenían poco desarrolladas sus habilidades o capacidades motoras, es decir que carecían de la suficiente destreza manual para hacer realidad los diseños de hachas. Otros científicos han sugerido que el cerebro humano necesitó de ese tiempo para evolucionar hasta ser capaz de generar pensamientos más complejos, necesarios para concebir mejores diseños de herramientas o mejores técnicas de fabricación.
Las evidencias aportadas por el nuevo estudio confirman que la evolución del cerebro humano fue necesaria para el desarrollo del hacha con mango. Además, todo apunta a que el progreso en la producción del hacha de piedra con mango coincidió con el desarrollo del lenguaje. De hecho, esas funciones se solapan en las mismas regiones de ambos cerebros, el de los humanos primitivos y el de los modernos. Por tanto, el nuevo estudio refuerza la idea de que la fabricación de herramientas y el lenguaje evolucionaron juntos, ya que ambos requirieron de pensamientos más complejos. Eso hace del fin del Paleolítico Inferior una época decisiva en nuestra historia. Después de este período, los primeros humanos abandonaron África y comenzaron a colonizar otras partes del mundo.
La comparación de las respectivas técnicas de fabricación usadas para construir ambas clases de herramientas de la Edad de Piedra ha proporcionado evidencias de cómo se desarrollaron el cerebro y el comportamiento humanos durante el Paleolítico Inferior.
El avance desde herramientas de piedra rústicas hasta elegantes hachas de piedra con mango fue un salto tecnológico tremendo para nuestros lejanos ancestros humanos. Las hachas con mango eran mucho mejores que las simples piedras afiladas en actividades cruciales como la defensa y la caza y también en labores cotidianas de menor importancia.
Antes del estudio actual, los científicos tenían teorías diferentes sobre por qué los humanos primitivos tardaron más de dos millones de años en crear las hachas de piedra. Algunos han sugerido que esos humanos arcaicos quizá tenían poco desarrolladas sus habilidades o capacidades motoras, es decir que carecían de la suficiente destreza manual para hacer realidad los diseños de hachas. Otros científicos han sugerido que el cerebro humano necesitó de ese tiempo para evolucionar hasta ser capaz de generar pensamientos más complejos, necesarios para concebir mejores diseños de herramientas o mejores técnicas de fabricación.
Las evidencias aportadas por el nuevo estudio confirman que la evolución del cerebro humano fue necesaria para el desarrollo del hacha con mango. Además, todo apunta a que el progreso en la producción del hacha de piedra con mango coincidió con el desarrollo del lenguaje. De hecho, esas funciones se solapan en las mismas regiones de ambos cerebros, el de los humanos primitivos y el de los modernos. Por tanto, el nuevo estudio refuerza la idea de que la fabricación de herramientas y el lenguaje evolucionaron juntos, ya que ambos requirieron de pensamientos más complejos. Eso hace del fin del Paleolítico Inferior una época decisiva en nuestra historia. Después de este período, los primeros humanos abandonaron África y comenzaron a colonizar otras partes del mundo.
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